¿Podemos en el Perú?
Haríamos mal pensar que “la receta Podemos” se pueda aplicar en el Perú, bajo condiciones sociales, culturales, políticas y económicas tan distintas. Para que podemos construir al Perú como un país más justo, democrático, intercultural y armónico con la naturaleza, todos estos debates y perspectivas políticas deben dialogar con las subjetividades y realidades concretas de nuestra sociedad.
En estos días en más que una discusión aparece la experiencia de Podemos en el Estado Español como un referente clave para las discusiones sobre el futuro de la izquierda peruana. La fijación en (y en algunos casos adoración de) Podemos me hace recordar la declaración por muchxs analistas, investigadores y políticxs del movimiento por una otra globalización (llamado por algunos el Movimiento por la Justicia y Solidaridad Global) tras las movilizaciones en Seattle, Praga y Génova en contra del régimen neoliberal dirigido por el G8 y la Organización Mundial del Comercio, alrededor de cambio de siglo.
En realidad, la ola de protestas contra el neoliberalismo ya había arrancado con los levantamientos indígenas de Bolivia y Ecuador, la insurgencia zapatista en México, el Caracazo, y la huelga general en Corea. Estas movilizaciones habían generado nuevas semánticas de resistencia que pusieron la luz sobre la mercantilización sin fin, el creciente despojo de territorios y la desdemocratización de nuestras sociedades consecuencia de las reformas neoliberales. Pero recién cuando ellos llegaron al Norte Global fueron notados por los medios de comunicación y el debate político.
Contrario a ello, Podemos más bien nace de la capacidad de aprender de las experiencias latinoamericanas. Particularmente, los procesos argentinos (hay una línea clara del “Que se vayan todos” a la identificación de “la casta”), ecuatorianos, bolivianos y venezolanos (por la construcción de un nuevo bloque hegemónico desde el discurso nacional-popular) han inspirado la respuesta audaz a las condiciones de crisis en la sociedad española que permitió la construcción de Podemos.
Este proyecto político nació entonces del dialogo entre una subjetividad política construida en Nuestra América, con los procesos particulares en el Estado Español y la creatividad del movimiento del 15M y de los indignadxs. Ello subraya que en el mundo de hoy de crisis ecológicas, económicas y políticas, el Norte Global pueda y deba aprender de las experiencias y saberes de los pueblos en el Sur Global para enfrentarse con sus desafíos.
Por lo tanto, haríamos mal pensar que “la receta Podemos” se pueda aplicar en el Perú, bajo condiciones sociales, culturales, políticas y económicas tan distintas. Siguiendo a Mariátegui, “ni calco, ni copia, creación heroica” debe ser la base para la reinvención de la política emancipadora en el país. Para ello, sin duda, varias experiencias de otros países puedan servir de inspiración, tanto por sus virtudes, como por sus problemas y limitaciones. Empezando por los procesos de Nuestra América, pero considerando también al Partido de la Democracia del Pueblo de Turquía, Podemos en el Estado Español, e inclusive los verdes en los distintos países europeos.
Los aprendizajes son varios: la creación de nuevos lenguajes de cambio; la identificación de un adversario claro en la sociedad; la construcción de nuevas alianzas; la renovación de la cultura política y la democratización de las practicas internas de los proyectos políticos emancipadores; y más que todo la construcción política en distintos ámbitos (y no solo electoral), pero siempre partiendo de los procesos de movilización social, política y simbólica que van anunciando una sociedad distinta desde abajo.
Del otro lado, es importante considerar las limitaciones de los procesos surgidos desde la matriz nacional-popular que comparten Ecuador y Venezuela -y con particularidades Bolivia y Podemos-. En ellos se han mantenido los desafíos de romper con la tradición caudillista y prácticas -en mayor o menor medida- autoritarias, con el extractivismo como lógica económica predominante, y con un nacionalismo que siempre limita la autodeterminación de los pueblos (sean vascos y catalanes en el Estado Español o indígenas en Ecuador y Venezuela). Bajo varios gobiernos progresistas se estancó o inclusive retrocedió la agenda de la diversidad sexual y los derechos de las mujeres.
Para que podemos construir al Perú como un país más justo, democrático, intercultural y armónico con la naturaleza, todos estos debates y perspectivas políticas deben dialogar con las subjetividades y realidades concretas de nuestra sociedad. Entre otros, con el movimiento de diversidad sexual, las luchas en defensa del territorio, la gente que viven en los barrios populares sufriendo las consecuencias del modelo actual y la nueva clase media que está surgiendo en las ciudades. La buena noticia es que poco a poco están surgiendo proyectos políticos y organizaciones sociales que asumen esta ardua tarea de construcción de mediano plazo, desde la práctica y la incertidumbre, haciendo camino al andar.